7/9/07

Identidad: más que superficie es contenido

Para comenzar a hablar acerca del artículo de Gilberto Giménez denominado “La cultura como identidad y la identidad como cultura”, me referiré brevemente al título de este comentario (identidad: más que superficie es contenido). Normalmente cuando hablamos de identidad, las personas inmediatamente se remiten a todo aquello que es observable, visible, es decir, lo que puedo reconocer o “la superficie de algo” a partir de lo cual puedo identificar un conjunto de características relativamente constantes que permiten una cierta diferenciación entre los sujetos y elementos que conforman una sociedad.

Esto, en parte, es real ya que lo que vemos y nos sirve como referencia para definir algo es una parte importante de la identidad, sin embargo, la identidad no surge de manera espontánea y sólo en la superficie, es decir, cada individuo genera, elige y desarrolla una identidad desde su interior, que a través de acciones, actitudes y todo tipo de formas de comunicación exterioriza, de tal manera que los demás puedan reconocer y diferenciar a los diversos individuos y, al mismo tiempo, estos puedan integrarse dentro de un grupo análogo donde convivan e interactúen.

Lo anterior es importante porque dentro del diseño, en muchas ocasiones, se piensa en la identidad como algo netamente visual, que no parte de ningún contenido “histórico-social” y entonces se generan soluciones visuales que no comunican eficientemente el mensaje que una institución requiere o desea debido a que no se lleva a cabo un proceso de investigación y análisis de los datos relacionados con las empresas, lo que genera en muchas ocasiones confusión tanto en los integrantes de una determinada organización como en todas aquellas entidades que tienen contacto con ésta como pueden ser los proveedores o los clientes.

Habiendo aclarado lo anterior, ahora procederé a hacer referencia a algunos aspectos que considero relevantes del artículo de Giménez. En primer lugar, es importante que como diseñadores sepamos que toda entidad crea y “desarrolla” su identidad dentro de una sociedad, por lo que es importante que aquellos rasgos que definen e identifican “algo”, sean percibidos y entendidos como elementos afines a una cierta cultura para que de esta forma logren transmitir un significado específico.

Esto es importante dentro de la comunicación visual ya que en repetidas ocasiones, cuando se está desarrollando un programa de identidad visual para alguna institución, el diseñador, en el afán de crear un mensaje totalmente novedoso, desarrolla propuestas gráficas que son prácticamente inservibles dentro de un entorno social-cultural debido a que no concuerda con las cualidades semióticas entendidas y utilizadas dentro de una cultura específica y esto, en ocasiones, es provocado porque el comunicador visual se olvida que todo mensaje elaborado por el será expuesto y deberá de transmitir un mensaje.Otro aspecto que considero importante es lo que dice Gilberto Giménez acerca de que:

“las identidades se construyen a partir de la apropiación de determinados repertorios culturales considerados simultáneamente como diferenciadores (hacia fuera) y definidores de la propia unidad y especificidad (hacia adentro). Es decir, la identidad no es más que la cultura interiorizada por los sujetos, considerada bajo el ángulo de su función diferenciadora y contrastiva en relación con otros sujetos”.

Se puede observar que en esta afirmación se mencionan dos aspectos fundamentales para entender la identidad: diferenciación (hacia fuera) y unidad/especificidad (hacia adentro). Estos dos elementos (diferenciación y unidad), son básicos ya que la identidad surgirá, o comenzará a surgir, primeramente de todos aquellos elementos culturales-sociales que el individuo (o institución) adopte como suyos para poder definirse de una manera única e irrepetible. Una vez que un determinado individuo o institución se ha construido una identidad suficientemente sólida de acuerdo a sus valores y objetivos, entonces esa serie de características lo diferenciarán de todo un conjunto de personas u organizaciones similares, con lo que de esta forma se podrá mantener vigente como un elemento singular.

Aunque esta diferenciación es importante, la identidad también propicia la generación de “identidades colectivas” gracias a las semejanzas que comparten un conjunto de entidades que tienen objetivos similares. Ante esto, el diseñador debe de prestar atención a todos aquellos rasgos existentes en una institución para que se puedan definir claramente las percepciones que una institución tiene de sí misma y saber si la información que ha sido recabada con el fin de desarrollar una identidad es lo que la empresa quiere y necesita o si es necesario hacer modificaciones para que la diferenciación con ciertas organizaciones y la analogía con otras sea la más adecuada.

Por último, es importante decir que las identidades sólo “funcionan” si la sociedad o el entorno donde éstas interactúan las reconocen como parte de un ente específico, es decir, es importante que los individuos o las empresas puedan conjuntar o integrar, en una sola y única identidad, el cómo ellos se perciben y cómo los perciben los demás para que de esta forma puedan transmitir eficientemente una determinada información, por lo que en este caso, la labor del diseñador juega un papel importante en la determinación de los aspectos más sobresalientes que representan a una empresa, o más aún, qué aspectos, además de los identificados por la misma empresa, son los que permiten que las personas de una determinada sociedad identifiquen a una cierta institución.

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